Sermón: «El Peligro Silencioso del Chisme» – Proverbios 18:8

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1. Introducción: El Chisme y su Apariencia Inocente

El chisme es uno de los pecados más comunes y, al mismo tiempo, uno de los más subestimados. A menudo, se disfraza como algo inofensivo: una «preocupación», una «opinión» o simplemente «compartir información». Sin embargo, el chisme es extremadamente destructivo y va en contra de la voluntad de Dios.

Versículo clave: Proverbios 18:8 – «Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas.»

Ilustración: Imaginemos que alguien nos cuenta algo negativo de una persona conocida. Aunque no estemos seguros de si es verdad, ese comentario tiene el poder de cambiar nuestra percepción de esa persona. El chisme es como una semilla tóxica que, una vez sembrada en nuestra mente, crece y da frutos de desconfianza, rencor y división.

Pregunta reflexiva: ¿Cuántas veces hemos compartido información sobre alguien sin asegurarnos si era verdad o si era necesario decirlo?

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2. Historia Bíblica: Miriam y Aarón Critican a Moisés (Números 12:1-15)

La Biblia nos ofrece un ejemplo claro del chisme y sus consecuencias en la historia de Miriam y Aarón. Ellos, por envidia y crítica, hablaron mal de su hermano Moisés debido a su matrimonio con una mujer cusita. Aunque Moisés era un hombre humilde y escogido por Dios, sus propios hermanos no lo respetaron.

Lección: Dios no tolera el chisme, especialmente cuando es un ataque contra aquellos que Él ha puesto en posiciones de liderazgo. Como castigo, Miriam fue afectada por la lepra, lo que simboliza cómo el chisme puede «contaminar» nuestra alma y nuestra relación con Dios.

Cita de Elena de White: «La murmuración y el chisme siembran la discordia y traen deshonra a la obra de Dios» (El conflicto de los siglos).

Reflexión: ¿Cuántas veces nos hemos dejado llevar por la envidia o la frustración, hablando mal de aquellos que Dios ha colocado en nuestra vida para guiarnos?


3. El Efecto Destructivo del Chisme en la Iglesia

El chisme tiene el potencial de destruir la unidad de la iglesia y la comunidad. Muchas veces, la iglesia se convierte en un lugar donde se comparte información malintencionada en lugar de ser un refugio de amor y apoyo mutuo.

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Versículo clave: Santiago 3:6 – «La lengua es un fuego, un mundo de maldad… y contamina todo el cuerpo, inflama la rueda de la creación, y es inflamada por el infierno.»

Ilustración: Un grupo de jóvenes en la iglesia comienza a hablar mal de otro miembro, inventando rumores sobre su comportamiento. Pronto, el miembro en cuestión comienza a sentirse rechazado y excluido. Lo que era una comunidad unida, se fractura debido a las palabras malintencionadas de unos pocos.

Cita de Elena de White: «Cuando en la iglesia se siembra el chisme, se abren las puertas para que Satanás entre y siembre la división entre los hermanos» (Consejos para la iglesia).

Pregunta reflexiva: ¿Cómo estamos contribuyendo a la unidad de nuestra iglesia? ¿Nuestras palabras edifican o destruyen?

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4. Jesús nos Enseña a Controlar Nuestras Palabras

Jesús nos llamó a ser pacificadores, y eso incluye controlar nuestra lengua. En Mateo 12:36-37, Jesús nos recuerda que seremos juzgados por cada palabra que pronunciemos. Esto nos debería llevar a reflexionar profundamente sobre cómo usamos nuestras palabras.

Versículo clave: Efesios 4:29 – «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.»

Historia bíblica: Cuando los fariseos trajeron a la mujer sorprendida en adulterio, buscaron condenarla con sus palabras y su juicio. Pero Jesús, en lugar de condenarla, le mostró misericordia y la levantó. Él no participó en el chisme ni en la crítica destructiva, sino que usó Sus palabras para dar vida.

Lección: Jesús nos enseña que nuestras palabras deben ser una fuente de vida y edificación, no de destrucción.

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5. Consecuencias Eternas del Chisme

Elena de White nos advierte sobre las consecuencias eternas del chisme. No solo afecta nuestras relaciones en la Tierra, sino que también tiene un impacto en nuestra salvación. El chisme es un reflejo de un corazón que no ha sido completamente transformado por el amor de Cristo.

Cita de Elena de White: «Aquellos que siembran el chisme están haciendo la obra de Satanás. Ningún alma que abriga la crítica y la murmuración puede estar preparada para el reino de Dios» (Testimonios para la iglesia).

Versículo clave: Mateo 12:36 – «Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.»

Ilustración: Imagina que cada vez que hablas de alguien a sus espaldas, estás escribiendo una carta que se guardará hasta el día del juicio. ¿Qué te gustaría que se leyera en esa carta? ¿Palabras de apoyo y amor o de juicio y maldad?


6. Llamado: Transformar Nuestras Palabras y Corazones

El chisme es un síntoma de un problema más profundo en el corazón. Si deseamos ser verdaderos seguidores de Cristo, debemos permitir que Él transforme nuestras vidas desde adentro, comenzando con nuestras palabras. Debemos pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a refrenar nuestra lengua y a hablar solo lo que edifica.

Versículo clave: Santiago 1:26 – «Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.»

Cita de Elena de White: «Solo cuando nuestras palabras estén llenas del amor de Cristo podremos ser verdaderos testigos de Su gracia y Su verdad» (El discurso maestro de Jesucristo).

Llamado final: Si has sido culpable de participar en chismes o has sido víctima de ellos, hoy es el momento de entregar tu lengua y tu corazón a Cristo. Pídele que te ayude a hablar palabras de vida, palabras que unan y no dividan. El chisme es una enfermedad que destruye, pero Jesús es el médico que puede sanar. ¡Permítele sanar tu vida hoy!

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Conclusión:

El chisme es un pecado que parece pequeño, pero tiene consecuencias enormes. No solo destruye relaciones, sino que también nos aleja de Dios. Al entregar nuestras palabras a Cristo, podemos ser instrumentos de Su paz y amor en lugar de sembrar discordia. ¡Hablemos con amor, edifiquemos con nuestras palabras y seamos agentes de unidad en la iglesia y en nuestra comunidad!

El chisme suele ir acompañado de otra actitud negativa: la queja. Esta palabra implica lamentarse, protestar, reclamar o reprochar. La queja, junto con la murmuración, actúan como compañeros inseparables. Ambas no provienen de Dios ni forman parte de la salvación.

La murmuración puede surgir incluso a partir de hechos verdaderos, convirtiéndose en chisme. No importa si la información es cierta o no; el simple hecho de compartirla con otros es pecado. En los ojos de Dios, el pecado del chisme es tan grave como cualquier otro, como el asesinato o el adulterio. El Señor condena a los chismosos, llamándolos corruptos.

Quienes practican el chisme siembran discordia, ira y amargura, dañando amistades y relaciones. A menudo, creen que están ayudando o actuando sin malas intenciones, pero la realidad es muy distinta. Cuando son confrontados, suelen negar su culpa o justificar sus acciones, minimizando la gravedad de su comportamiento. Sin embargo, la Biblia nos advierte: «La boca del necio es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma» (Proverbios 18:7-8).

Proverbios 21:23 nos insta a guardar nuestras palabras, evitando las angustias que vienen con el chisme. Si entregamos nuestras inclinaciones al Señor, Él nos dará la fuerza para mantener una conducta recta y justa, lo cual siempre será recompensado por Dios.

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